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«Hablar a tiempo, requiere tiento»

Serán las cosas de la edad o será el estilo de vida actual, pero mis minutos, horas y días pasan a toda velocidad haciendo que sume semanas, meses y años.  Se supone que el tiempo es una unidad física que mide siempre lo mismo, sin embargo no ocurre así en el tiempo de los seres humanos. Depende de cómo nos sintamos en cada situación, lo vivimos de forma diferente. Son las emociones las que influyen la percepción de nuestro tiempo.

Los griegos anteriores a la era metafísica ya hablaban de esta diferente apreciación del tiempo y utilizaban un concepto de kairós como ese momento oportuno en el que ocurren las cosas. Se trata de esos espacios de tiempo que es justo el instante de llevar a cabo una acción para conseguir un buen resultado; momentos en los que,  tanto si lo haces antes, como si lo haces después, ya no es adecuada la ocasión.

 Siguiendo en esta misma línea el sofista Gorgias insistía en que “el orador debe estar atento siempre al fluir de la conversación para detectar en ella las oportunidades que se abren para el oyente”. Hablaba de tener la habilidad para encontrar el momento adecuado para decir las cosas.
El que sabe hablar, sabe también cuándo.

 

Con esta idea es con la que hay que actuar en los momentos de networking. Son situaciones en las que estamos conversando con una persona que puede ser un futuro cliente, un posible empleador, un posible informante clave sobre algún aspecto de nuestra profesión y en las que debemos tener esa habilidad de mostrar nuestra capacidades, intereses, propuestas; se trata de aprovechar ese momento “idóneo” para decir lo que queremos decir, es el momento justo.

Conseguir este acto depende de una combinación de nuestra habilidad comunicativa y de intuición. Para lograr  ser oportun@ en el momento kairós, debemos atender a la conversación con nuestro interlocutor, pero no sólo en el contenido (la cuestión verbal),  sino también en la emocionalidad que transmite (comunicación no verbal) y el contexto en el que todo esto se produce. Se trata de dejarse llevar por la conversación, pero a la vez sabiendo detectar aquellos momentos que se abren en el espacio del tiempo para introducir nuestro “relato”.

 Y tú, ¿has perdido oportunidades en tu vida profesional por no decirlo a tiempo?

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