Escuchando el programa de «Las edades de Millás» (12/12/2021) , en los primeros 10 minutos, nos habla de que cada día tenemos que tomar decisiones ante las situaciones que nos pasan y que al elegir de entre las opciones entramos en una mesa de negociación con nosotros/as mismos/as. Por ejemplo, cuando nos levantamos por la mañana hay una parte de nosotros que dice quédate un poco más y otra parte que te dice que hay que levantarse para no llegar tarde; se crea un debate entre las dos posisciones y según sea este intercambio de argumentos, se toma una decisión. Esta idea me sugirió que algo similar ocurre con nuestras decisiones personales y laborales. En realidad estamos tomando decisiones continuamente, y esta toma de decisiones marca nuestra trayectoria vital y, por lo tanto, profesional.
Cuando pasa un tiempo tras plantear los propósitos, por ejemplo con el año nuevo, podemos estar dudando si los voy a terminar cumpliendo o no. Y es que, conseguir los objetivos personales y laborales, depende en gran parte de tener claro qué es lo que queremos conseguir (aumentar mi actividad física, leer más, aprender a manejar un programa informático…); también condiciona saber qué y cómo conseguirlo (organización y planificación para gestionar bien el plan), y además, hay que ponerse en marcha, hay que actuar. Así que, muchas veces lo tenemos claro y también tenemos voluntad para ello, pero nos puede fallar el momento de mantener una constancia en las acciones que se requieren (asistir a las clases, momentos de lectura…), es decir mantener un esfuerzo en el tiempo que al final es lo que nos permite conseguir un aprendizaje, un cambio o adquirir un hábito. Se define la autodisciplina como la práctica personal que nos permite conseguir esta constancia en la conducta que nos lleva al objetivo, es mantenerse motivado/a y actuar, siendo conscientes de cómo nos sentimos, cómo pensamos y cómo actuamos.
A mí me gusta definir la autodisciplina de manera que se trata de decir que SI a unas cosas para decir que NO a otras, es una decisión. Más concretamente es decir que NO a los impulsos emocionales y de pensamiento que nos genera algunas situaciones, por ejemplo, elegir lo más fácil, lo conocido, lo que nos da más placer de manera inmediata; y decir que SI a la opción de lo mejor para uno/a mismo/a, lo que nos dará beneficio a largo plazo. Es lo que le llama el psicólogo e investigador Walter Mischel la “gratificación retardada”, como capacidad de posponer la obtención de una recompensa con el objetivo de conseguir una recompensa aún mayor. Como vemos aquí es donde se produce el dilema de decisión entre conductas: la que digo si y a la que digo que no, y que Millás nos hacía referencia en el enfrentamiento de posiciones en una «mesa de negociación»: una conducta con gratificación más inmediata, y otra con gratificación posterior.
La autodisciplina equivaldría por tanto a la capacidad de autocontrol que permite resistir tentaciones y que podamos reflexionar para elegir cómo comportarnos. La región del cerebro implicada en estos procesos se localiza en el lóbulo prefrontal, y sabemos que desde un punto de vista neuropsicológico, los lóbulos frontales representan un sistema de planeación, regulación y control de los procesos psicológicos (Luria, 1986). La capacidad de autocontrol se aprende, teniendo en la infancia el momento clave para integrar esta capacidad (Entre los 3 y los 6 años se producen cambios radicales en la vida de un/a niño/a). A esa edad empieza a tener sentido para él el futuro y aprende a controlar en una cierta medida sus impulsos. Aunque no todos los/as niños/as tienen la misma destreza en el autocontrol; el desarrollo de esta parte de la corteza cerebral puede durar hasta los 20-25 años.
¿Cómo hacer para mejorar el autocontrol y así conseguir ser más constantes?
Poner en marcha la capacidad de autorregulación personal. Se trata de dos momentos:
- Inhibir el impulso, se llama “control inhibitorio”, que es una de las funciones cognitivas superiores de los seres humanos, y que junto a la memoria de trabajo y la flexibilidad cognitiva, se ha mostrado que son las mediadoras de las personas que consiguen sus objetivos (Adele Diamond).
- Enfocar hacia el beneficio. Es como recordarse a uno/a mismo/a lo importante de esta decisión y la consecuencia que tiene para nuestro futuro.
Acciones que nos pueden ayudar a mejorar la capacidad de autorregulación emocional:
- PARADA PARA REFLEXIONAR. Darnos cuenta del momento en que estoy en la “mesa de negociación”, y convertirse en observadores/as ante las dos posturas del dilema (Juanjo Millás habla de una tercera persona).
- PREGUNTA ENFOQUE. Hacernos la pregunta ¿con cuál de las opciones gano más para mis objetivos?
- INSTRUCCIONES PARA LA ACCIÓN INMEDIATA. Y actuar hacia ello (o dejar de actuar hacia lo opuesto).
Consejos para reducir la presión del dilema de elección, ya que se ha demostrado que esto lleva un esfuerzo, un desgaste mental y que por ello podemos cansarnos de que cada decisión se tenga que autocontrolar.
- Automatizar la conducta lo más posible; por ejemplo, hacer actividad física a la misma hora, apuntarse a un curso con horario y programa.
- Dosificar los hitos (o mini objetivos) a conseguir; por ejemplo, actividad física 1 vez a la semana.
- Realizar acciones acompañados/as de otras personas; por ejemplo, quedar con otra persona para hacer deporte
- Hacer visible nuestros logros en cada paso del plan, para comprobar que vamos adelante; por ejemplo, destacar cada semana que hemos logrado cumplir con el plan.
- Recompensarnos con los pequeños logros; por ejemplo, comprar unas zapatillas nuevas, permitirnos un descanso el fin de semana o regalarnos una frase de ánimo para nosotras/as mismos/as.
Hemos visto algunas ideas para mejorar el autocontrol para las personas que tienen esta “debilidad” ante la falta de constancia para conseguir las metas. También hay otras ocasiones en las que es más aconsejable practicar una liberación del autocontrol, por ejemplo en momentos creativos; pero esto ya será para otro post 😉
Más información: Walter Mischel y Ebbe B. Ebbesen, «Attention in Delay of Gratification», Journal of Personality and Social Psychology 16 (1970), pp.329-337
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