En las transiciones profesionales vamos a poner en marcha acciones que nos lleven a conseguir un nuevo trabajo, y es muchas veces en este estadio en el que fracasan los intentos. Estamos hablando de motivación como una interacción de actitudes, de emociones, de capacidades personales, sensaciones físicas, etc. que se activan desde nuestra maquinaria central que es el cerebro.
En muchas ocasiones sabemos qué hacer o tener para encontrar trabajo: objetivos profesionales concretos, determinar estudios a realizar, saber dónde y cómo buscar trabajo, localizar información sobre perfiles profesionales, cómo responder preguntas en una entrevista, etc. Pero también sucede que a pesar de saber lo que tenemos que hacer y disponer de la información suficiente, no lo llevamos a la práctica o no lo hacemos de manera totalmente satisfactoria, o nos desesperamos y dejamos de hacerlo, situaciones con las que empezamos a confundirnos y pensamos que no tenemos las cosas claras.
En general hablamos de que la persona está motivada porque se mueve para conseguir unos resultados, y lo sabemos porque se activa, se pone en marcha. Y lo reconocemos porque vemos que hace cosas para conseguirlo. (Motivación, motivus=movimiento). Hay varias teorías de la motivación y aunque ninguna de ellas ha llegado a la total explicación de la motivación, si que la combinación de todas ellas hace posible que podamos trabajar sobre ello.
Ya de entrada hay que decir que no se puede motivar a los demás, sino que hay que facilitar la automotivación, o sea, poner los medios necesarios para que la misma persona se motive. Por eso voy a dar algunas pistas que sirvan para esa automotivación, desde uno mismo o si los demás quieren ayudar a que otros se motiven:
Víctor Vroom, psicólogo industrial canadiense, nos aporta su teoría motivacional de expectativas que cualquier acción que se ponga en marcha estará ligada a una recompensa y ésta tiene que tener valor. Por ejemplo, si yo sé que para conseguir un trabajo tengo que contactar primero con una persona que me puede dar información interesante o que sea el posible empleador, haciéndolo voy a obtener un beneficio interesante para mi objetivo. Si no es así, no me moveré con la suficiente fuerza.Por otro lado, si no encuentro relación en que hablar con esa persona me va a proporcionar información interesante, tampoco va a tener la fuerza motivadora. Así que ya tenemos dos consejos:
1.Lo que se va a conseguir tiene que ser deseado o importante para la persona.
2. La persona tiene que tener la seguridad que haciendo esa acción obtendrá después ese beneficio.
En este proceso interviene un componente neuronal que es nuestro sistema de expectativa de recompensa dopaminérgico: el cerebro ante la expectativa de conseguir aquello que se espera, produce el neurotransmisor de la dopamina que nos activa, nos mueve a la acción. El cerebro ha aprendido a conectar acciones con resultados y nos ofrece esta activación natural para conseguir las cosas en la vida.
Aún hay algo más, ya que hay momentos en los que tenemos claro todo lo anterior, pero aún así no lo hacemos. Le añadimos entonces otro aspecto que es que la persona debe tener la percepción de que será capaz de hacer lo que tenga que hacer, que lo vea posible para él/ella. Por ejemplo, si una persona sabe que llamando por teléfono a un conocido suyo para que le ponga en contacto con un posible empleador, va a conseguir un resultado interesante, pero no se siente capaz, no siente que tiene la habilidad para comunicarse de manera adecuada o que tiene una percepción de no sentirse hábil si el otro le llegara a rechazar la petición, es ahí, cunado también va a fallar la motivación. En otras situaciones similares, si una persona que está trabajando no se siente capaz de hacer algo, no lo hará, por ejemplo exponer sus ideas a un superior, preguntar en clase dudas al profesor.
Albert Bandura, psicólogo canadiense, nos habla en su teoría de eficacia personal percibida como la creencia de la persona en su habilidad para llevar a cabo o afrontar con éxito una tarea específica. Como creencia que es, puede ser que esté “distorsionada” por factores personales, como pueda ser por las experiencias anteriores negativas, falta de información, o miedos a quedar mal, sensación de vergüenza, etc. Derivado de esto tenemos otro consejo:
3. Cuestionaremos qué es lo que no me hace sentirme capaz o que sea posible para ponerle remedio: ¿se trata de ajustar mi expectativa?, ¿cambiar mi perspectiva?, ¿qué haría posible que actuara?, ¿qué haría sentirme capaz? Se trata de tener sensación de capacidad, muy relacionada con la autoestima.
Cuando queremos encontrar trabajo, ya no sólo dependerá de que queramos porque tiene un valor importante, sino también de que sepamos hacerlo y percibamos que tenemos capacidad para afrontar todo aquello que hay que hacer para conseguirlo.
Aquí me podéis escuchar hablando de este tema en el el programa Àgora de RadioAlcoy-Cadena Ser