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LA MEMORIA DE TRABAJO EN NUESTRO DÍA A DÍA LABORAL

En el trabajo escuchamos frases como:  «ah! pues eso no lo sabía que era de esta forma», «vale, si, esta tecla sirve para copiar un texto», «no sé cómo resolver esta avería». En todas estas situaciones está actuando la actividad cerebral, poniendo en marcha nuestra capacidad para percibir, recordar, entender y hacer. Nuestro cerebro está cambiando continuamente por nuestras experiencias sensoriales, percepciones y acciones, haciendo que aprendamos. La propiedad que maneja todo esto, es la memoria.

La memoria es un conjunto de destrezas que dependen de procesos y estructuras neurales diferentes. Según Larry Squire, (científico investigador en temas de psiquiatría, neurociencias y psicología), hay diferentes sistemas de memoria:

  • Memoria sensorial, nuestros sentidos envían constantemente información a nuestro cerebro, aunque sólo percibimos una parte. Por ejemplo, escuchamos una palabra técnica en nuestro trabajo que luego reproducimos y así aprendemos a hablar profesionalmente. Cada sentido tiene su sistema de memoria sensorial, en el ámbito laboral quizás los más utilizados sean el oído y la vista.
  • Memoria a corto plazo, es lo que llamamos la memoria de trabajo, y se trata de un «proceso mental en el que mantenemos y manipulamos la información que estamos atendiendo en cada momento» (Gathercole, S.E. 2008). ¿Ahora mismo en qué estás pensando? ¿Qué está ocupando tu mente ahora? Las respuestas que te lleguen a la mente, es la información que estás manejando ahora mismo en la memoria de trabajo.
  • Memoria a largo plazo, es el «proceso que nos permite recuperar la información que en algún momento ha estado en nuestra memoria de trabajo, pero a la que hemos dejado de prestar atención»(Baddeley, A., Eysenck, M.W., Andreson, M.C., 2015). Si nos preguntan cuál es la capital de Francia, nuestro sistema de memoria a largo plazo nos recupera esa información con la que actualmente no estábamos conscientemente pensando en ella, pero si estuvo en algún momento. Además, la memoria a largo plazo, es la que nos ofrece la información que nos permite hacer las cosas, resolver problemas, y en definitiva todo aquello que forma parte de nuestro saber y saber hacer, por ejemplo el arreglar una avería en una máquina o dar información a un cliente.

Con esto vemos que es de gran importancia tener en cuenta cómo nos afecta estos sistemas de memoria en nuestra capacidad de afrontar las cosas y dar respuesta a las situaciones que nos suceden en nuestro día a día en el trabajo.

Podríamos estar hablando mucho más sobre los sistemas de memoria según las investigaciones en diferentes diciplinas científicas sobre las que me estoy basando, como son la neurobiología como la psicología cognitiva, pero quería CÉNTRAME un poco más EN LA MEMORIA DE TRABAJO ¿Por qué? porque es el momento en el aplicamos nuestra capacidad y nuestros conocimientos y a eso le llamamos ser competente.

La memoria de trabajo también se llama memoria operativa, y también se define como «la capacidad que tenemos para mantener y manipular mentalmente y de forma consciente una cantidad limitada de información durante cortos periodos de tiempo» (Baddeley y Hitch, 1974). La memoria de trabajo está modulada por corteza prefrontal dorsolateral que es la parte más evolucionada del cerebro humano, la que actúa a modo de director de orquesta para dirigir nuestros pensamientos, razonamientos y decisiones.

Para saber cómo procesamos la información en la memoria operativa o memoria de corto plazo, nos basamos en el «Modelo modal de la memoria» de Atkinson y Shiffrin, que lo
presentaron en 1968 y luego se ha ido modificado pero en esencia se sigue utilizando en la actualidad.

En él se da la explicación de que la información que utilizamos en este tipo de memoria nos llega tando desde la memoria sensorial, como desde la memoria a largo plazo.

Aquí un ejemplo:

¿Qué puede pasar cuando no somos capaces de hacer algo en ese momento? Se produce a veces como un «bloqueo mental» en la persona. Entre los motivos que hagan que esto suceda, está el que nuestra memoria de trabajo tiene sus limitaciones. Entendiendo estos condicionantes, podemos descubrir algunas pistas de por qué nos falla y poner remedio:

  • La memoria de trabajo requiere de atención, y si hay distractores, lo vamos a tener más difícil. (Ya hablamos en una ocasión de la multitarea y cómo es difícil mantener la atención en varios estímulos a la vez)
  • Como personas tenemos unos límites por la cantidad de información que somos capaces de manejar en ese momento de manera consciente. Por lo que si queremos manejar más información, llega un momento que se pierde. Tengo más piezas encima de la mesa de las que soy capaz de manejar.
  • Si la tarea que tenemos que hacer o la situación nos produce ansiedad, los pensamientos que se generan se añaden a los elementos de la memoria de trabajo. Mientras hacemos el puzzle nos van añadiendo piezas que no tienen que ver con este puzzle, produciendo una sobrecarga y dificultando nuestra capacidad operativa.
  • Los estudios muestran una variación de la capacidad con la edad. De manera que aumenta la capacidad de MCP con la infancia y declina a lo largo de la etapa adulta. También muestran una variación en las diferentes personas derivados de aspectos genéticos y también ambientales en el desarrollo madurativo del cerebro.

Si no tenemos en cuenta estos límites, podemos estar generando un aumento en la “carga cognitiva” hacia nosotros mismos o hacia otras personas. Con ello estamos impidiendo la capacidad de responder a las situaciones en nuestro trabajo, siendo ineficientes e incluso provocar eventos peligrosos si tenemos en cuenta detreminadas tareas laborales.

Las investigaciones realizadas hasta ahora no muestran evidencias que nuestra capacidad de trabajo se pueda ampliar, pero si que sacar el máximo partido atendiendo a estas limitaciones que hemos visto.

  • Poner foco, evitar distractores.
  • Dosificar la información o las tareas. Priorizar. Concretar y ser explícitos. Disponer de toda la información necesaria, pero sólo la necesaria.
  • Aceptación de la edad.
  • Utilizar apoyos externos: calculadoras, esquemas, herramientas online, offlien, etc.
  • Introducir las novedades paso a paso.

Las investigaciones en neurociencias y psicología cognitiva siguen abriendo nuevas hipótesis y contrastando aquellas que forman parte de los conceptos investigados anteriormente sobre cómo funcionamos a la hora de aprender y mejorar nuestro rendimiento en el trabajo o en el estudio. La ciencia no nos da unas recetas fijas para hacer las cosas, pero hace algo muy importante y es asegurarnos las probabilidades de que ocurran ciertos sucesos, y a partir de ahí, le demos nosotros la aplicación y utilidad. ¡Apostemos por la ciencia!

Aquí podéis escucharme hablando de ello en el programa SER EMPRENDEDOR en Radio Alcoy-Cadena Ser