Se dan situaciones de alumnos que terminan la ESO y no saben qué hacer o abandonan el bachiller porque empezaron sin estar seguros de qué van a hacer con ello. O personas que se quedan desempleadas y que afrontan su futuro labral, incluso para algunos es la primera vez que tienen que pensar sobre ello; o personas que están trabajando y sienten la necesidad de hacer un cambio, aunque sea a largo plazo.
En estos momentos de decisión nos vemos envueltos en un mar de dudas porque hay algunos trabajos que nos gustaría hacer pero vemos pocas posibilidades, otros que tenemos experiencia pero las condiciones no acompañan (por ejemplo la edad, o las nuevas exigencias), otras veces buscamos por lo que vemos en los demás o nos dicen, o porque es lo que hemos hecho siempre y no nos atrevemos a pensar en otras opciones…
Cuando una persona está buscando un nuevo trabajo, en muchas ocasiones ocurre que se siente desorientada, confusa y con sensación de angustia ante su futuro profesional y personal. No encontramos nuestra posición en el espacio profesional porque nos llega diferente información desde diferentes puntos y el cerebro se desorienta.
Para dirigir nuestra trayectoria profesional sin sufrir este efecto de desorientación ( o que sea lo menos posible), hay que centrar los esfuerzos en un objetivo concreto, es decir, tener claro hacia dónde nos dirigimos. Al tener esta visión hacia adelante, tendremos mayor efectividad al valorar nuestra posición actual, lo que nos hace falta para conseguir lo que buscamos, la información que nos va ayudar, así como también, las acciones a poner en marcha para que se produzca el movimiento hacia donde nosotros queremos.
La referencia para no marearnos está en el OBJETIVO PROFESIONAL COMO EL PUNTO “ESTABLE” EN EL QUE FIJAMOS NUESTRA MIRADA. Sobre este referente podremos dar coherencia a toda la información que nos llega y conseguir un mayor control personal como conductores en este viaje.
¿Cómo encontrar ese punto estable?
El objetivo profesional es una ocupación, una actividad en la que pongo en práctica una capacidad profesional que se convierte en unos resultados en beneficio de otros. La información que manejamos es sobre nosotros mismos (interna) y sobre el entorno laboral (externa), sobre la que concretaremos información para aclararnos y tomar decisiones. Podemos llegar a saber nuestro objetivo, lo que pasa es que en ocasiones tenemos miedo en enfrentarnos con la realidad de nuestras incapacidades y el riesgo de tener que decidir.
Primero vamos a desplegar opciones y luego limpiar. Para ir suavizando esa sensación incómoda que se presenta cuando tomamos decisiones, vamos primero a desplegar todas las posibles opiciones de trabajos que nos interesan por nustros gustos, experiencias, competencias, habilidades, etc. o por lo menos, eliminamos las opciones que sabemos que no van a ser posibles.
Luego recogeremos información sobre cada una de ellas que nos ayudará a ir eliminando las opciones menos viables.
- Información externa: vamos a investigar sobre las diferentes actividades laborales: qué hacen, en qué entorno, cómo está el mercado o las tendencias, las zonas donde se dan estos trabajos, en qué cantidad, qué requisitos nos exigen para acceder a esos puestos, o en qué condiciones laborales les afectan…Esta información la tenemos muchas veces difusa, sólo nos manejamos con lo que creemos saber. Hablar con personas del sector o que trabajan en ello nos pueden aportar información muy concreta y real (algunas veces pensamos que hablar con alguien de una empresa, es sólo para pedir trabajo), para ello es una buena herramienta las redes de profesionales o los actos informativos.
- Información interna: se tratará de investigar sobre mi posicionamiento actual en cuanto a cada una de las opciones. Me refiero a cuáles son las competencias técnico-profesionales, personales, o cualidades, o condicionantes socio-económicos que harían posible el llegar a trabaje en ello en un plazo establecido.
Tanto cuando estamos investigando información para la cuestión externa como interna ya van cayendo algunas de las opciones y podemos quedar finalmente con un máximo de tres.
Con estas tres opciones hacemos seguidamente un análisis más exhaustivo para identificar las acciones que tengo que hacer para conseguirlo que están relacionadas con aprender o con darse a conocer. Y con las acciones, se sigue concretando, modificando, ampliando…nuestro objetivo, pero ya tenemos una referencia fija para no marearnos o hacerlo lo menos posible.
Concretar el objetivo profesional, no es difícil pero sí que lleva un trabajo que muchas veces realizamos a la ligera y está condicionando nuestro futuro profesional y personal. Ante la confusión, desplegamos opciones y limpiamos.
Aquí me podéis escuchar hablando de este tema en el el programa Àgora de RadioAlcoy-Cadena Ser