Cuando las cosas salen como nosotros esperamos o nos gustan, parece que todo fluye y, si hay otras personas que piensan o ven las cosas como nosotros, pues tenemos la sensación de que todo está Ok. Pero cuando no es así, tendemos a sentir que hay como una diferenciación entre lo “otro” y el “yo”. “El otro o lo otro”, haciendo referencia a la situación o a otra persona.
Por ejemplo en el trabajo cuando mi encargado me propone hacer las cosas de una manera y yo lo haría de otra que creo que es mejor, me pregunto: ¿Yo soy la que tiene la razón, y el otro está equivocado?, ¿Soy yo la que está equivocada y el otro el que acierta?
En un momento así, nuestra mente detecta la llamada “disonancia cognitiva”. Podríamos decir que es como que algo no encaja y es por ello que reaccionamos para resolver esa disonancia, para buscar tranquilidad en nuestros esquemas mentales. Aparecen entonces, entre otras cosas, estas dos formas de reaccionar en la persona: Yo estoy en lo cierto y los demás no, o al revés, son los demás que están en lo cierto.
En este post quería centrarme en la postura que va encaminada a creer más en nuestro punto de vista, y que tiene como consecuencia nuestra respuesta diciendo que el otro “no se entera”, “no sabe”, “está equivocado/a” o incluso que es “mala persona” o «me está haciendo la puñeta».
Las personas no vemos la realidad tal cual sucede, sino que la vemos según la representación mental que hacemos de ella, por lo que filtramos elementos según nuestras creencias, intereses o nuestras formas de pensar. Así que, si lo que nos dicen no nos encaja, defendemos nuestra posición ya que nos fiamos más de nuestra representación «yo tengo razón porque es lo que mi esquema mental me dice que es correcto, y lo del otro no tiene razón, o es el culpable. ¡Qué casualidad que mi punto de vista es el correcto y el del otro no! Esto es un sesgo cognitivo, ya que la realidad es mucho más amplia.
Aquí está una de los motivos cuando hay falta de entendimiento entre las personas, pero también está la clave de la mejora: abrir mi representación mental hacia lo que el otro ve. Se propone unir nuestras formas de verlo para completar lo más posible la realidad, y esto se hace a base de conversaciones para intercambiar información, datos, ejemplos, emociones, etc. La persona con madurez mental y emocional, sabe poner en duda su propio punto de vista, y actuar para contrastar información junto a la otra persona, no querer imponer ni convencer, sino unir las representaciones. Ante la propuesta que me hace el encargado en mi fábrica, le puedo preguntar «qué es lo que le hace tomar esa decisión», y yo también le puedeo expresar mi experiencia, así juntos poder construir una representación más completa.
De manera similar se experimentan estas situaciones cuando funcionamos en grupo: cuando reconocemos que otras personas actúan o piensan como nosotras, y otras personas lo hacen de manera diferente, generándose grupos en las empresas, que se unen teniendo como base sus coincidencias. Es así como se definen las dos posiciones “ellos” y “nosotros”, “los que sabemos” y “los que no tienen ni idea”, “los buenos y los malos”, personal de dirección y de producción, personal funcionario y usuarios/as de servicios, jóvenes y personas de más edad, etc. Y como sucede a menudo «nosotros/as siempre estamos en el lado de los buenos, de los que sabemos, y lo hacemos mejor»…nos identificamos como grupo.
Los psicólogos Henri Tajfel y John Turner, con la Teoría de la Identidad Social definen las características de este tipo de relaciones:
- Nuestro primer impulso siempre es favorecer a los de nuestro propio grupo.
- Lo nuestro siempre es mejor, resaltamos las cualidades de los nuestros y los defectos de los otros.
- Vemos a nuestros compañeros de tribu como personas con una personalidad diferenciada, con sus particularidades y matices. “Los otros”, por el contrario, son como un ente abstracto, todos son iguales. Así es como funcionan los prejuicios, categorizamos a todo un grupo de forma simplona con unos pocos rasgos, generalmente negativos.
Estas dos posiciones que se generan, pueden derivar en una valoración de los buenos y los malos de la historia ¿Y quiénes son los malos? ¿Y quiénes son los buenos? ¿por qué siempre estoy yo en la parte de los buenos?
Tal y como hemos dicho antes, en grupo también estamos compartiendo una representación de la realidad que, aunque seamos varias personas, siempre va a estar sesgada por el punto de vistacompartido en el grupo. Así que el esfuerzo para superer la dificultad, va a ser:
- Primero, poner en duda la visión del grupo: ni nosotros somos tan buenos, ni los otros tan malos.
- Luego, buscar en los otros sus cualidades y aportaciones favorecedoras hacia los objetivos, por ejemplo, qué aporta cada departamento para el funcionamiento global de la empresa.
- Compartir información: intercambiar ideas con otros departamentos o grupos, conocer qué es lo que hacen los demás, sus problemas, sus circunstancias…
Todo ello hace que se amplíen las visiones y se acerquen las posturas, y es ahí cuando nos damos cuenta de que todas las personas y los grupos somos muy similares, nos preocupan y nos alegran lasa mismas cosas, y que no tiene sentido que haya posiciones tan diferenciadas, y que sólo están basadas en una construcción mental de la persona como individuo y como grupo.
En los seres humanos es mucho más lo que nos une o coincidimos que los que nos separa o nos diferencia.
Aquí podéis escucharme hablando de ello en el programa SER EMPRENDEDOR en Radio Alcoy-Cadena Ser