Los motivos por los que no lo hacemos vienen de dentro de nosotros mismos, somos los únicos responsables. Puede ser la pereza, la desesperanza, puede ser que consideremos que no seremos capaces, que pensemos que no va a servir para nada, puede ser por miedo a la incertidumbre o a lo desconocido… son momentos en los que hay que actuar y dejar de pensar. ¿Son argumentos objetivos o son excusas?
Las personas que superan estas limitaciones aprenden, se superan y van consiguiendo logros. La mejor forma de hacer las cosas, es haciéndolas. Siempre vamos a sacar un beneficio de la acción que pongamos en marcha, por ejemplo, me inscribo en un curso, voy a un acto social, una presentación de ideas en el Ágora, hablo con una determinada persona que me puede dar información interesante, hago una propuesta en la asociación de vecinos de mi barrio…Actualmente tenemos muchos ejemplos de iniciativas populares que están dando una respuesta que no se habrían conseguido si no fuera por alguna persona que cree en ello y se ha puesto en marcha.
Los beneficios que nos aporta esta activación para conseguir mis objetivos profesionales pueden ser:
– Ampliamos los contactos personales/profesionales.
– Obtenemos nuevas informaciones que nos ayudan a tomar decisiones.
– Entrenamos las capacidades socializadoras, sobre todo habilidades de comunicación.
– Mejora nuestra capacidad de adaptación a diferentes entornos, personas y situaciones.
– Se generan las casualidades, o sea que se aumenta la posibilidad de que aparezcan sucesos inesperados que nos pueden beneficiar para el futuro (Teoría de la casualidad planificada de Krumboltz, 1999)
– Tenemos mayor visibilidad, mostramos nuestra marca personal.
– Nos sentimos más capaces y eliminamos inseguridades. Mejora la autoestima.